16 dic 2009

Isabella decide amar- 11 "Ser feliz"



Disclaimer: Todos los personajes, escenarios y nombres pertenecen a Stephenie Meyer. Título adaptado de Veronika decide morir.
Summary: Bella y Edward se comprometen en matrimonio. El deseo y el interés son sus verdaderas razones, pero Jacob Black le probará a Bella lo que es amar. Jacob/Bella/Edward. Todos Humanos.




Capítulo 11
 Ser feliz


Resulta extraño que la felicidad no es una emoción, sino un estado. Eres o no eres feliz. Puedes tener minutos de alegría o de tristeza. O puedes tener una vida feliz o desdichada.
Isabella Swan, Jacob Black, Edward Cullen y Tanya Denalí estaban a minutos de elegir el estado en el que vivirían.
Bella tenía diseñado un plan para su vista: se miraba al espejo, miraba el reloj. Y repetía el procedimiento una y otra vez. Se encontraba sentada en un sillón de cuero blanco, en la habitación de Alice.
Edward se encontraba en la sala, conversando con su cuñado Jasper y su amigo Emmet. ¿El tema? Indirectas que decían “no te cases”. Esme dejaba pasar a los invitados y Edward los recibía con una sonrisa bien actuada.
Tanya se encontraba en el jardín de la casa de los Cullen, preguntándose si su vida no había sido ya lo suficientemente humillante. Planteándose formas de escapar de allí, de desaparecer y no tener que presenciar cómo el hombre que amaba recibía a otra en el altar.
Jacob había regresado al interior de la casa. Se sentó en el sofá y se quedó observando las pelusas revolotear en el aire.
Los cuatro, negaban su felicidad como si luego fuera tan fácil volverla a hallar. Sabían que las decisiones que tomaran ese día, marcarían el resto de sus vidas.
-Es hora Bells –masculló Rosalie abriendo la puerta de la habitación –aunque claro aún hay tiempo de echarse para atrás.
Bella se levantó del sillón, se alisó el vestido y trató de sonreírle a su amiga.
-¿Llegó Jacob? –preguntó Bella con esperanza.
-No, aún no.
-Entonces aún no es hora –musitó.
Rose asintió con la cabeza y caminó escaleras abajo donde todos los invitados esperaban. Edward ya se encontraba en el “altar”, mirando hacia donde se hallaba Rosalie –tratando de no mirar a Tanya –preguntándose, si Bella se dignaría a bajar.
Charlie comenzó a subir las escaleras.
-¿Ya viene? –preguntó a la rubia.
-Quiere esperar a que Jacob llegue.
Charlie asintió y tomó rumbo de regreso a la sala. Se acercó a Billy y regresó con Rosalie.
-Jacob no viene –musitó muy bajito.
-¿Cómo? –dijo Rosalie casi chillando.
-Me acaba de decir Billy…
-…Pero él no puede…tiene que…ah… -se fue Rose bufando.
Rosalie tocó la puerta de la habitación y entró con la mirada baja.
-Jacob no vendrá.
-Pero él…
-Vamos Bells. Si te vas a casar no necesitas a nadie aquí. A menos claro que pretendas que él cancele la boda.
-No –dijo Bella mientras negaba con la cabeza.
Salieron de la habitación y Rosalie tomó el ramo de flores que le correspondía e iba acorde a su vestido color lila de madrina. Bajó las escaleras, y sonrió a Charlie que esperaba a mitad de éstas a su hija. Bella comenzó a bajar las escaleras, con la esperanza pesimista de que se le rompiera un tacón o se desmayara. Avanzó con paso lento, tratando de hacer tiempo, porque Jacob tenía que ir. Era su dama de honor. Era el único hombre que quería ver ese día.
Cuando alcanzó a Charlie, supo que había llegado a la mitad del camino. Era el fin. O el inicio de éste.
-Estás pálida –masculló el padre.
Bella no dijo nada al respecto. Se concentró en caminar con la cabeza alta. El sonido del órgano le causaba náuseas, ¿por qué la marcha nupcial debía ser tan tétrica? Debía de ser una maldición, como el collar que cargaba, o la pulsera, o la ropa interior. Todo debía ser una maldición, como el beso robado que colgaba de sus labios y la virginidad entregada al hombre amado. Caminó por el pasillo que nunca antes le había parecido tan largo, concentró su mirada en Edward Cullen y halló en ella algo que le parecía no haber visto en mucho tiempo: amistad. Lo único que quería que él le ofreciera.
Llegó al lado de Edward, miró al presbítero y sintió que el error era más grande de lo que pensaba. Charlie no le dijo palabras a Edward, porque no encontraba ningunas apropiadas, una frase clásica como “hazla feliz” no venía al caso, porque de ninguna manera Edward podría cumplir esa petición. Charlie le dio un medio abrazo y se fue a sentar junto a Renée y Billy Black sin ánimo alguno. Billy lo miró desanimado.
-¿De verdad Jacob no viene? –preguntó Charlie en un susurro a su amigo.
-Jamás me quiso decir lo que haría.
La sala se quedó en extremo silencio, cuando el cura comenzó a decir el habitual discurso: “Estamos reunidos para celebrar la santa unión en matrimonio de Edward Cullen e Isabella Swan…”
Bella trataba de mirar de vez en cuando hacia atrás, pero le era imposible hacerlo sin que Edward –o los invitados –lo notara, por lo que decidió que si Jacob no había ido por algo había sido.
Tanya miraba la ceremonia tratando de contener las lágrimas que querían caer de sus ojos. Pero se mantenía serena y trataba de sonreír de vez en cuando.
El cura, tal vez demasiado inteligente, comenzó a hablar acerca de la felicidad y de la infidelidad. A Bella le parecía normal, pero se espantó cuando mencionó algo sobre la pureza de la novia. Tragó en seco y trató de no cambiar la expresión.
-Muy bien, queridos hermanos, ha llegado la hora de entregar los dones.
El corazón de Bella repiqueteó como un tambor.
-Edward –dijo el cura –repite conmigo. –Edward asintió y el cura comenzó a decir el habitual discurso. Bella colocó sus manos en un cuenco, mientras Edward iba vertiendo los dones en éstas.
Bella los recibió con las manos temblándole, y Edward notó que ya no llevaba el anillo de compromiso. Sintió que eso era una mala señal, aunque todo a su alrededor señalara lo mismo, por algún motivo eso le calaba en el corazón.
-Isabella –dijo el sacerdote –ahora repite tú.
Bella asintió y realizó el procedimiento debido.
-Muy bien –proclamó el cura –ahora, Edward Cullen…-él asintió –¿Aceptas a Isabella Swan, como tu esposa, para amarla y respetarla, para bien o para mal, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte los separe?
¿Qué está pasando? Se preguntaba Bella. ¿Qué no debía preguntar si alguien se oponía? Miró de reojo a Alice que parecía contener la risa.
-¿Tú hiciste esto? –preguntó Tanya con ira.
-Sí. La decisión está en manos de ellos –dijo pícara la hermana de Edward.
-No, ¿te volviste loca, Alice? Se casarán. Yo estaba dispuesta a oponer la boda.
-Te dije “trabaja todo para que Edward se niegue por sí mismo”. –dijo Alice y miró al frente.
Edward seguía sin responder.
Carlisle se removía en su asiento, preguntándose qué era lo que esperaba Edward.
-Sí, acepto –dijo al fin en tono solemne.
-¿Alice? –chilló histérica Tanya.
-Eso no era parte del plan –dijo Alice asustada.
-¿Isabella Swan? –Bella tragó en seco – ¿Aceptas a Edward Cullen como tu esposo, para amarlo y respetarlo, para bien o para mal…-a Bella le parecía que el tiempo se detenía, que transcurría en cámara lenta. Su corazón palpitaba haciendo eco en sus oídos. Por un momento, había pensado que Edward diría que no. Pero no había sido así, ¿podía ella hacerlo? ¿Podía negarse a atarse de por vida al hombre que no amaba? Si tan sólo Jacob estuviera aquí. Pensó con pesar. Si él estuviera aquí, sabría que me ama. -…hasta que la muerte los separe?
No. No. No. No.
-Yo…
Su corazón no dejaba de golpearle el pecho, causándole un dolor molesto. Un dolor que ardía, quemaba…
No. No. No. No.
Edward la miraba ansioso. Rosalie parecía gritarle que dijera que no. El cura parecía desesperado. Bella no se atrevía a ver atrás. Temía hacerlo.
-Yo… -repitió. Porque era lo único que salía de su boca.
Entonces lo escuchó. El sonido estridente del motor de una moto a las afueras de la mansión Cullen.
Jacob. Pensó y el pensamiento se desvaneció, porque sabía que no era él. Porque conocía perfectamente el sonido que producía el motor de la moto de Jacob y no tenía nada que ver con el rugido elegante que ahora escuchaba. Respiró hondo.
Las puertas de la mansión Cullen se abrieron de par en par. No voltees. Pero volteó. Ahí estaba: Jacob Black en traje elegante, luciendo perfecto, de ensueño. Con la mirada más triste que Bella pudiera haber visto. La moto afuera de la casa y Jacob sentándose en el último banco.
-¿Isabella? –dijo el cura imitando un acento italiano.
Prométeme, que tus decisiones de ese día son las que te harán felices. La voz de Jacob resonaba en su cabeza con la misma claridad que lo harían si él estuviese susurrándoselas al oído.
Y no sólo eran sus palabras. Aunque Jacob se encontraba a metros de distancia de ella, a Bella le parecía sentir su calor, poder ver su sonrisa. A Bella le parecía sentir el aliento de Jacob susurrándole algo al oído, acercándose a su cuello. No importaba lo que pasara, si decía que sí o que no en ese momento, jamás olvidaría a Jacob Black, le parecía que ahora lo tenía tatuado en la piel.
Se lo había prometido. Él estaba cumpliendo su parte: estaba ahí, con ella. Con el dolor de su alma había asistido a su boda. ¿Y su parte del trato qué? ¿Podía Bella negar su propia felicidad? ¿Cómo hacerlo cuando te golpea en la cara con tanta claridad?
No podía, no podía casarse con Edward, porque ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos. Porque lo único que sentía su cuerpo era la necesidad de Jacob Black. Porque jamás se cansaría de que Jacob la poseyera, la hiciera suya, o de sus chistes, su sonrisa o sus abrazos. Porque el único hombre que Bella amaba como un esposo se encontraba sentado en el último asiento.
Bella suspiró y Jacob torció el gesto, se levantó y se fue por donde vino, cerrando la puerta a su espalda.
Tanya era la que pretendía salir a detenerlo, porque él era la única y última esperanza.
El rugido del motor volvió a hacer eco en los oídos de Bella.
-No puedo hacerlo –masculló. Y pareció como si la sala entera hubiese respirado en ese momento. –Lo siento, Edward –dijo en un susurro a él mirándole a los ojos. –Creo que no es justo para ninguno de los dos. No puedo engañarte ni engañarme. No vale la pena –bajó la mirada y él tomó su barbilla con la mano.
-Gracias –musitó y le dedicó una sonrisa torcida.
-Te devolveré tu anillo –musitó Bella.
-Si lo encuentras –ironizó él. Bella sonrió. –Ve por él –la animó Edward. –es el único que sé que te va a amar y cuidar.
Bella corrió dejando los zapatos sobre el altar. Recorrió el pasillo que le había parecido infinito en tan pocos pasos que le pareció mentira. Abrió la puerta y encontró a Jacob sobre la moto.
-¿Qué haces? –preguntó él por encima del rugido del motor.
-Cumplo mi promesa –gritó Bella –hago lo que me hará feliz.
-¿Sin arrepentimientos?
-Desde hoy no conozco esa palabra –sonrió y avanzó confiada hacia él.
Jacob rebuscó en su bolsillo y le entregó el anillo.
-Pensé que no era correcto quedármelo –Bella lo tomó y volteó a ver si Edward saldría de la casa. Vio que él se hallaba aún parado con la misma expresión ausente.
-Debo asegurarme de que él también será feliz.
Jacob asintió, porque sabía que Edward Cullen no era un mal tipo, sólo que había estado interfiriendo en su camino. Jacob miró a su alrededor, y le pareció que el día no podía estar más iluminado, más despejado… más perfecto.
Bella entró vacilante a la casa, esperando que nadie pensara que reanudaría la boda. Se acercó a Edward, se hincó en las puntas de sus pies descalzos y le susurró al oído cuando él se inclinó ligeramente.
-Sé que Tanya está aquí y creo que tú también mereces ser feliz –Edward se irguió de nuevo y Bella asomó el anillo, se lo entregó con una sonrisa y él la miró agradecido.
Edward cambió la expresión, y comenzó a caminar hacia donde Bella había visto a Tanya hacía unos minutos. Ella se dirigió hacia su familia, miró a Charlie y le sonrió dulcemente.
Charlie se levantó y rodeó a su hija en un abrazo que a Bella le pareció muy significativo.
-Supongo que tomaste el camino de la felicidad.
-Todos deberíamos tomarlo –le dijo sonriendo. Su padre le sonrió también arrugando sus ojos de una forma muy dulce.
Bella abrazó a Renée también, se quitó el collar de perlas y se lo entregó a su madre.
-Gracias –musitó apenas.
Luego se agachó para abrazar a Billy.
-Nuera –masculló él con una risita. Bella sonrió y luego sintió un brazo apresarla por la muñeca.
-¿En serio te vas a ir con el vestido de novia? –preguntó Rosalie a su amiga.
-¿Tienes algo mejor? –preguntó Bella sarcástica.
-Bella, vine preparada para que esta boda no sucediera.
Caminaron juntas hacia las escaleras, pero a un paso de empezar a subir por ellas, dos brazos capturaron a Bella por la cintura. Inmediatamente, ella los reconoció –tal vez porque ya eran parte de ella –así como el tibio aliento acariciándole el cuello, para luego susurrar:
-Si no vas con ese vestido, ¿cómo podré estar seguro de que rapté a la novia?
Bella sintió un hormigueo recorrerle el vientre, su corazón palpitar mucho más rápido y algo que creía no conocer recorrerla por dentro: un estado para vivir, una forma de ser, una manera de estar: felicidad.




¿Fin?
Ok, no, si lo dejara aquí sería patético xDD así que sigan esperando y dejando Reviews
btw...Tiny Black dijo algo como "sería genial que se fugaran en la moto" y apenas ella dijo eso, tuve un recuerdo de "Sabrina, La bruja adolescente" el último capi, si lo vieron saben de lo que hablo :D Y claro está, ya sabían que mucha inspiración la saqué de El Diario de la Princesa.
Y hablando como los locos (?) hoy me terminé de leer Adicción de Claudia Gray, ¡altamente recomendado! y me gustaría saber si han leído de esta saga, pues también pienso seguir fanfics de esos libros :DD
Robin Wolfe


8 comentarios:

  1. robinnnnnnnnn..!!! disculpa pero ya eres como una conocida para mi..!!! cuando vi ese FIN al final de la historia mi corazon se paro por unos segundos...jajaja no podes provocar estas emociones en los lectores..!!!
    amo esta historia desde q comenze a leerla..soy fanatica ovbiamente del team jacob y amo todas sus hostorias, lo amo porque es como bella dice, es su sol personal.su sonrisa.
    gracias por crear historias tan hermosas..!!!

    espero el nuevo capitulo y ojala no nos hagas esperar demasiadooo..!!

    besos..

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  2. ah comentando de adiccion, el segundo libro de medianoche, es tmb una linda historia con bianca y lucas, no veo las horas q salga el 3 y 4to libro, ya q hace unos meses los termine y quiero seguir..!!!
    espero leer lindos fics de esa saga tmb en tu blog :)

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  3. Amiga, estoy al borde las lagrimas!!!
    Eres una hermosa y talentosa escritora.
    Te agradezco infinitamente por este hermosa y maravillosa historia.

    De verdad eres unica!! TE AMO!!!

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  4. hola
    debo ser honesta contigo, llegue a este pagina
    a traves de una amiga, esperando no mucho en realidad...
    pero desde el momento que comence a leer
    tus historias me enamore totalmente de cada
    uno de los personajes, es como si a traves de tus palabras, la forma de narrar que da la sensacion de que uno conoce los personajes como soy capaz de afirmar que ni la propia Stephenie Meyer podria ser capaz...
    tienes un hermoso Don ...sigue asi
    excelente escrito...

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  5. simplemente
    perfecto me da pena por EDWARD pero es maravillo
    sigue asi sigue escribiendo de bella y jacob plis

    eres excelente

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  6. OMG casi me muero cuando lei ¿Fin? pero no seria patetico, seria cool! pero que wenoo que no se acaba, sabes? no me gusto, que Bella dijera que no, quedo bien pero hubiese preferido que Bella dijera que si y edward no :( pero el capi quedo genial! me encanto!!

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  7. GABRIELLE BLACK-CULLEN31 de diciembre de 2009, 14:45

    PORFA CONTINUALO LO MAS PRONTO POSIBLE, ES HERMOSO, JAKE NO PUEDE SER MAS HERMOSO POR DIOS ES QUE CADA DIA ME ENAMORO MAS DE EL... YA MUERO POR SABER QUE SUGUE_ CASI LLORO CUANDO LO TERMINE DE LEER, ES DEMASIADO BELLO =)

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  8. Sí, el amor siempre vence, el amor sale victorioso siempre, siempre dejemos ser al amor. Besotes mi Robin

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Robin Wolfe