30 jun 2009

Solsticio, Capítulo 8


Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la historia me pertenece a mí (Robin Cullen/Black). 
Summary: Luego de la transformación de Jacob, su relación con Bella tomará otro rumbo, pero ¿puede una relación con un lobo ser segura? ¿Qué opinaran los Cullen al respecto? BxJ
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Este es el mismo capítulo anterior, pero desde el punto de vista de Alice...
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Capítulo 8. Preocupaciones
Alice POV

Cuando amaneció aquel día, no me sorprendió la cegadora luz solar, ya la había anticipado. En ocasiones consideraba que era útil que realmente partiéramos de campamento. Estar todo el día en casa era agotador, en especial cuando no podías echar una siesta.
No tenía pizca de sed que me pudiera excusar para ir de caza, Emmet, Jasper, Rosalie y Esme se fueron alrededor de las nueve al bosque.
Carlisle se quedó porque tenía asuntos pendientes, que el trabajo no le había dejado atender. Era un tan buen médico que siempre tenía su día soleado libre, sin ni siquiera debía avisar con tiempo de antelación, porque claro está, no lo sabía. Si yo veía que el sol nos encerraría alguna mañana, le avisaba, pero de igual forma no podía llegar al hospital: “Mi hija ha previsto sol en un par de días, nos iremos de campamento” Aparte de que nadie creía en las predicciones meteorológicas, resultaba completamente ilógico que su hija –de aparentes 19 años- fuera capaz de anticipar una mañana soleada, porque de hecho, no era fácil. Tenía que implicar para mí que algo más de interés fuese a ocurrir en ese día.
Edward estaba sentado en el piano tocando repetidas veces la canción favorita de Esme, era una melodía hermosa, pero aquel día no me agradaba
- ¿Es todo lo que harás hoy? –gruñí
Volteó desinteresado
- No tengo nada mejor que hacer –gruñó a su vez – ¿y tú?
- No haré nada. Absolutamente nada, porque el maldito sol no me dejará llegar a Port Angels a comprar ropa, no me dejará ir a la escuela a felicitar a Bella, no me dejará hacer nada. ¡Maldito sea!
- El sol…
- Claro que el sol Edward. Y también los apestosos licántropos, que de seguro tendrán a Bella todo el día. De verdad quisiera que no tuviéramos que destellar como diamantes, para al menos tener un poco de contacto humano
- Pero no hay problema con destellar frente a Bella, Alice
- El problema es que ella estará en territorios que no podemos cruzar
- ¿Lo has visto?
-
- Pero, ¿volverá a su casa? –el tono de Edward no escondía su preocupación
- La veo allá, en la noche.
- Podemos ir en la noche si quieres Alice, si eso hace que dejes de maldecir

Bajé la mirada
- Lo lamento Edward –mi voz tomó un tono más bajo y relajado –es insoportable. Odio tener que estar aquí
- Puedes salir
- Al bosque, a ver árboles, y musgo…No me entretiene. Sé que no recuerdo nada de mi vida humana, y eso es frustrante. Pero, de verdad que el contacto humano me calma, aunque Bella no sea el mejor ejemplo de un humano…
- Estar con lobos, no le quita lo humano
- Hay algo más…Algo que no logro ver
- ¿Es algo malo?
- Eso creo –dije en un tono sombrío, y la mirada de Edward se endureció, sus dedos resbalaron por las teclas del piano, y se colocó las manos en las sienes  -es algo difuso.  Hay una decisión que no se ha tomado, pero sospecho que Bella corre un peligro
- ¿Pronto?
- No lo sé, no alcanzo a ver nada, y es exactamente lo que me preocupa. Debe de haber lobos en el medio y si es así, no hay forma de salvarla. ¿No ves mis visiones?
- Las estoy evitando, Alice. No quiero saberlo

La cercanía a lo humano que Bella nos había proporcionado a Edward y a mí, había significado mucho para ambos. Aquel contacto no me relajaba porque sí, tras todo eso, se ocultaba una necesidad de protección, de aquella humana indefensa, propensa al peligro y atada a él. No había nada que pudiésemos hacer para ir en contra de la forma en que Jacob la amaba, y resultaba extraño tener que aceptarlo.
Proteger a Bella, era una nueva forma de vivir. Tanto Edward como yo habíamos bebido sangre humana en alguna ocasión. Yo no conocía otra forma de vida en aquel entonces y Edward había procurado no matar inocentes, sin embargo…Si podíamos proteger a esta débil chica para remendar errores de pasado, ¿no era ésa una buena forma de vivir?
Cuando Carlisle dijo que había una humana en peligro, supe que debíamos ayudar. Yo tenía claro, que los vampiros no eran asesinos, al menos no con los que yo convivía.
Y no sé cuanto tendríamos que hacer para salvar a Bella. ¿Morderla?, ¿sería ése un mejor camino para ella? Se alejaría del lobo, eso era seguro, pero todo aquel sufrimiento interior que ella sentiría por abandonar a su amado, ¿no la llevarían a la tumba de una forma más trágica que cualquier otra?
- Basta ya –gruñó Edward levantándose del piano –no puedo ignorar tus visiones si las estás gritando
- No son visiones Edward, son sólo suposiciones. Ya te dije que no veo nada claro
- Vamos a ver a Bella, ahora mismo
- El sol nos delatará. Nos tendremos que ir de Forks para siempre. Y dime tú quién la va a salvar
Bajó la mirada aceptando que tenía razón
- ¿A qué hora irá a su casa?
- Después del crepúsculo
- ¿Iremos?
- De cualquier forma la veremos mañana. No creo que haya sol.
- Y si lo hay
Me concentré en espiar el estado del tiempo de mañana. No alcancé vislumbrar algo en concreto, sin embargo vi que Edward y yo íbamos a la escuela. Pero no alcanzaba a ver a Bella.
- Iremos hoy–afirmé

A la hora del mediodía, el sol parecía una gran bola de fuego.
Emmet se había sentado en la sala a ver un partido en la televisión, y gritaba en repetidas ocasiones. Florida llevaba la ventaja
- ¿Quién ganará Alice?
- No sé, no me distraigas Emmet, estoy viendo cosas más importantes
- Por favor, Alice, quiero apostar con Jasper
- En ese caso, prefiero que él gane –le mostré la lengua en forma de burla y él se rio con gusto
Volví a concentrarme en mis visiones, pero lo que había logrado era conseguir una jaqueca, no alcanzaba a ver nada con claridad, todo tenía una mancha negra.
- Arg –gruñí en voz alta

Jasper se acercó a mí y me abrazó dulcemente, pero era irritante que estuviese tratando de calmarme con su don, claro que quería que alguien me ayudara, pero resultaba frustrante que siempre él lo lograra con tanta facilidad
- ¿Qué es lo que te preocupa?
Apreté mis sienes con fuerza
- No veo nada. Los lobos se atraviesan en todo lo que intento ver.
- ¿Bella? –inquirió
- Sí, me tiene preocupada. Hay algo mal en su futuro, pero no lo alcanzo a ver
- Alice, no puedes vigilar de todos. No es saludable


Rosalie bajó las escaleras, con suprema agilidad, parecía que estaba desesperada por algo
- ¿Qué tal va el partido? –dijo como si le preguntara a Emmet, pero clavó los ojos en mí
- Florida lleva ventaja, pero Atlanta no juega mal
- Emmet, estoy aburrida –sus ojos seguían clavados en mí –por favor –articuló con los labios y se acercó a Emmet por la parte de atrás del sillón, le besó en el cuello y éste pasó su mano por detrás de su propio cuerpo para acariciarle el cabello
- Quedan veinte minutos amor
Rose volvió a mirarme, pero esta vez parecía histérica
- Por favor –volvió a articular sin sonido
Me concentré en buscar los resultados del absurdo partido con el único objetivo de se fueran de mi vista y me dejaran en paz
- Felicidades Florida –anuncié
- ¿Ganarán? –inquirió Emmet
- Pues claro tontín, anotarán una vez más y listo. Será estúpido, nada que merezca ser visto
- Genial –apagó el televisor. Caminó hacia donde estaba Rosalie y la cargó hacia la cocina. Antes de llegar allá, ya le había dado más de un beso apasionado
- Vayan lejos –grité
- Seguro –anunció Emmet, y la verdad su voz ya se oía lejana
- ¿Me necesitas aquí?
- No –mentí –no lo necesitaba en el sentido que él me preguntaba, pero jamás dejaría de necesitar a Jasper -¿a dónde vas?
- De caza
- Fuiste esta mañana, Jas
- Ya lo sé. Pero tengo  mucha sed
Dirigí una mirada veloz a sus ojos. El dorado era casi nulo, estaba a punto de tornarse negro en cualquier momento.
- ¿Por qué tienes tanta sed Jas?
- No lo sé. Ha de ser que hay un ligero olor humano aquí

No dijo más y salió por la puerta trasera.
Me senté en el lugar que estaba Emmet y me dejé hundir entre los cojines. El dolor me volvió a martillar la cabeza.
La sala se hallaba en supremo silencio y me pregunté por qué. No recordaba que Edward hubiese dejado de tocar en algún momento.
Volteé hacia el piano. Edward se hallaba con la cabeza recostada sobre las teclas y sus dedos rozaban algunas sin producir alguna nota. Oí su respiración alterada y alcancé a ver el ceño fruncido por encima de sus ojos dorados.
No sé durante cuánto tiempo estuve observándolo, él no pareció incomodarse por mi mirada curiosa. De pronto, alzó la cabeza y comenzó a tocar las teclas apasionadamente. Cada una sonaba de una manera exquisita. Esa no era la melodía que había tocado durante toda la mañana y probablemente durante toda su vida. No era la favorita de Esme y dudaba haberla escuchado alguna otra vez. Parecía estar improvisando, pero ninguna nota estaba fuera de lugar.
Mi mirada curiosa se transformó en una mirada fanática. Me enamoré de aquella melodía que mi hermano tocaba con pasión, y deseé que alguien más se enamorara de ella.  Por qué Edward estaba condenado en su soledad, siendo un hombre tan maravilloso. No por nada, era mi hermano favorito. Edward era ese tipo de hombre con el que se podía conversar y saber que ibas a ser escuchado, y esto  no tenía relación alguna con su don. Más de un día lo abandonaba y se dedicaba a conocernos a nosotros, su familia, sólo por lo que proyectábamos exteriormente. Cerraba su mente y no escuchaba lo que no salía de nuestros labios. Era una lástima que estuviese allí, dando un concierto a su hermana y al vacío, en lugar de dedicárselo a alguien que fuese capaz de retribuirle todo el amor que él tenía para dar.

Vino a mi mente como una estrella fugaz. La solución a  todos mis problemas, la solución  a los problemas de los demás. Ya yo conocía el “felices para siempre”. No veía si  mi plan funcionaria con claridad, pero era por decisiones sin tomar que lo rodeaban. Sonreí, orgullosa de mí misma.
Edward volteó, tal vez me había escuchado  pensar algo. Aunque hubiese preferido que no fuese así
- Linda melodía, ¿es nueva?
- Sí… La acabo de componer
- Es hermosa
- Tal vez la llame la favorita de Alice
- No creo que sea un buen nombre
- Estoy de acuerdo. Ya le tenía un nombre establecido
- ¿Ah sí?, ¿cuál?
- Es…un…secreto –titubeó
- No sabía que tuviésemos secretos
- Adelante, búscala en el futuro, no hallarás el nombre, porque jamás la volveré a tocar
- ¿A qué te refieres con eso? Es lo más hermoso que has compuesto Edward
Pronunció algo inentendible, incluso para mí que lo conocía a la perfección. Atajé algunas palabras pero no encajaban en ningún contexto: «imposible», «estúpido» y  maldijo a algo o a alguien, no lo sé. Era oficial, el sol nos había hecho enloquecer a todos.
Edward subió las escaleras en dos zancadas y yo me volví a hundir entre los cojines. ¿Había alguna posibilidad de que me quedara dormida? En verdad lo deseaba.
Cerré los ojos y traté de no buscar visiones. El dolor de cabeza había disminuido ligeramente tras el concierto que acababa de presenciar. Carlisle bajó las escaleras y se sentó a mi lado sin decir palabra, entreabrí el ojo del lado que él se había sentado.  Me miró durante un instante y luego regresó la mirada al frente
- ¿Pasa algo?
- No
- Pareces preocupado
- No. Sólo estuve buscando algo de información. Como sospechaba estos lobos no son el tipo de licántropos que generalmente conocemos
- ¿Hay varios tipos de licántropos? –inquirí
- No. Sólo hay uno. Los licántropos como tales, son aquellos que cambian con la luna llena.
- ¿Y estos no lo hacen?
- No, por eso pueden ser más o menos peligrosos. Todo depende
- ¿Qué son exactamente estos…lobos?
- Eso, lobos. Son espíritus que se han quedado en el cuerpo de los lobos.
- El espíritu lobo –dije por lo bajo
- Bien pudieron ser un águila o una serpiente. De esa forma, no hubiesen sido nuestros enemigos. Bueno, quien sabe, al cabo que ellos empezaron a serlo por necesidad de proteger a su pueblo de los “fríos”
- ¿Es así como nos llaman?
-
- Ja…Perros sarnosos
- Alice
Me reí entre dientes
- ¿Por qué eso los hace menos peligrosos? –no había olvidado ese detalle
- Son animales, no monstruos. Los verdaderos licántropos son monstruos de terror.
- ¿Y por qué los hace más peligrosos?
- Porque pueden cambiar en cualquier momento, eso principalmente. Aunque sean hombres, si su instinto animal los domina, pueden ser igual  o hasta más peligrosos que un vampiro sediento.  No hay que bajar la guardia
- Acerca de eso, Carlisle
- ¿Sí?
- ¿Qué tanto se puede ayudar a Bella?
- No demasiado. Verás, esa unión que ella tiene con Jacob, ese lazo, es muy fuerte. Diría que es irrompible. Ellos lo llaman imprimación, para Jacob, Bella lo es todo: es su novia, su amiga, su hermana y mucho más. Por eso tienden a decir que cuando se impriman, es que han visto el sol por primera vez
- El sol –bufé
- Sí…
- Pero ella no tiene por qué sentir lo mismo, ¿no? Es algo de él y sus cosas lobunas. Ella sólo está enamorada
- Sucede Alice, que cuando un lobo se imprima de una humana, como es habitual, se convierte en algo mutuo, por decirlo así. ¿Por qué ella no querría a un hombre que sólo tiene ojos para ella?
- Te refieres a que es como si ella se enamorase de la forma en que él la trata
- Algo así. Jacob jamás le será infiel. Jamás la dejará. E incluso, si ella no lo amase, él estaría ahí siendo cualquier cosa que ella necesite
- Pero eso no elimina el hecho de que pueda hacerle daño
- Me cuesta admitirlo, Alice. Pero ese chico parece amarla demasiado, como para perder los estribos mientras está con ella. Parece…difícil
- Carlisle hay algo en el futuro de ella…que no parece estar bien
- ¿Qué ves?
- Muy poco. Ya sabes que no consigo ver a los lobos, así que todo el futuro de ella tiene una mancha negra, pero es la forma en que lo veo. Algo no va a salir del todo bien.
- Ya te dije que no hay que bajar la guardia. Mantente cerca de ella.
- El lobo insiste en alejarnos a nosotros. Tengo la impresión de que se ha puesto toda la ropa de ella para impregnarle su olor. Es repugnante
- No pueden dejar que el olor los detenga. En tal caso, no necesitan respirar tan seguido, ¿de acuerdo? –dijo enarcando las cejas
- Bien
- Quiero saber por qué no puedes ver  a los lobos…

Subió de nuevo. Al cabo de un rato, sentí unas pisadas aproximarse.
Esme entró por la puerta principal. ¿Cuándo rayos había salido?
- Alice, ¿dónde están todos?
- Arriba, en el bosque y no sé.
- ¿Disculpa?
- Carlisle, Edward. Jasper; Rose y Emmet, respectivamente –añadí con una sonrisa -¿dónde estabas tú?
- En el bosque. Me encontré con Carmen y Eleazar de Denalí
- ¡Vaya! ¿Qué hacían aquí? ¿Y cómo los encontraste?
- Cuando terminamos de cazar, me rezagué del resto porque un ciervo olía exquisito. Luego los encontré
- ¿Ya se han ido?
- Sí. Iban hacia Alaska. Fueron de vacaciones a México y de regreso están pasando por varios estados, pero se detuvieron aquí a cazar.
- ¿Dijeron algo de Tanya?
- Algo, muy poco. ¿Por qué?
- Sólo curiosidad –mi plan seguía en marcha y necesitaba rellenar algunos puntos vacíos -¿no tiene novio?
- Me parece que ellas se entretienen con humanos en ocasiones
- ¿Humanos?
- Sí, salen con ellos por un tiempo. Ningún humano se resistiría a su belleza y luego los dejan
- Su autocontrol es fascinante
- Lo es. Iré con Carlisle
Esme subió las escaleras. Vi hacia la ventana y noté que los rayos de sol, eran  escasos. Quedaba un pequeño brillo que se iría mientras estábamos listos.
- Edward
Él bajo las escaleras muy rápido. Tomamos su Aston Martin y nos dirigimos a la casa de la familia Swan. Edward conducía rápido, pero dejando que el sol se ocultara a nuestro paso.
- No llevamos regalo –exclamé exaltada
- No le gustan
- ¿Cómo dices?
- No le gustan los regalos
- Igualmente, le hubiésemos llevado algo –hice un puchero
Edward no respondió nada. El último rayo de sol se ocultó y comenzó a manejar más deprisa.
Llegamos a la casa de los Cullen. La pickup de Bella estaba ahí.
Salimos del auto. Caminé adelante y toqué la puerta. Charlie abrió torpemente y saludó
- Alice, adelante
- Charlie, hola, este es mi hermano Edward –quien estaba detrás de mí
- Edward
- Jefe Swan –saludó él educadamente
- Pasen adelante
- Gracias, ¿está Bella, cierto?
- Sí, llegó hace poco
- ¡Vaya! Lamentamos que no puedas pasar mucho tiempo con ella en su cumpleaños
- No es problema. Ya charlamos suficiente. Ninguno de los dos es fanático de las celebraciones
Sonreí y entré a la casa. Bella estaba en la cocina
- Bella  -saludé efusiva
- ¿Alice? –inquirió ella, de espaldas. Volteó y salió corriendo hacia mí
Me acerqué antes de que tropezara. La abracé
- Feliz cumpleaños Bella
- Gracias –dijo sin demasiado ánimo
Edward se acercó luego y Charlie nos dejó a los tres en la cocina
- Feliz cumpleaños –dijo Edward
- Gracias –repitió ella
- Me apena no haberte comprado nada
- No necesito nada Alice. Gracias por venir
- Queríamos pasar la mañana contigo. Pero tu amigo el sol no nos dejó
- Mi amigo –musitó ella –El sol fue el mejor regalo del día
- Qué bien que tú lo hayas disfrutado. Y… ¿qué otros regalos te trajo el día?
- No lo sé –miró hacia la sala y habló muy bajito –no abrí el regalo de Charlie ni el de Reneé
- ¿Qué hay de Angela?
- Le prohibí comprarme algo
- ¿Y Jacob? –inquirió Edward, aunque yo pensaba omitir esa parte de la historia
Bella se sonrojó y alzó su muñeca.
- Lo hizo él mismo –dijo orgullosa
Tomé el dije que colgaba de una cuerda entre mis dedos y bufé interiormente, esperé no haberlo hecho en alto. ¡Qué baratija! Además de cursi “Por siempre y para siempre” ¿es que él no sabía el valor de esas palabras?
Edward examinó el dije y agregó
- Muy lindo
Lo miré incrédula. Y reflexioné, sobre que en realidad era lindo, sólo que se lo había dado él.
- ¿Irán mañana a clases?
- Creo que lloverá –exclamé
- Pareces cansada –intervino Edward
- Y lo estoy –afirmó
- En ese caso. Disfruta el resto de tu cumpleaños en un lindo sueño. Nos vemos mañana –la voz de Edward sonaba muy dulce, como si con esas palabras fuese a dormir a Bella
- Gracias –dijo ella con más entusiasmo que cuando mencionamos su cumpleaños

Nos despedimos de Charlie ondeando la mano. Subimos al auto y Edward condujo en silencio. Yo no hablé, pero mi cabeza no se mantuvo callada, así que para él, fue un viaje ruidoso.



El tiempo para los vampiros pasa de una forma diferente. Es imposible vivir contando cada hora del día, cuando te queda la eternidad por delante. Pero, a partir del cumpleaños de Bella, los días habían pasado aceleradamente, probablemente porque el sol no volvió a brillar, el rocío cumplía cada mañana y las nubes no tenían otro color que no fuera gris. Éstas, amenazaron más de una vez con una fuerte ventisca helada, pero se calmaban repentinamente. 
Más de un día fuimos al prado a jugar béisbol, los truenos nos acompañaban con entusiasmo. Un día invitamos  a Bella, al parecer debió mentirle a Jacob para poder asistir. Eso era bueno, era capaz de mentirle. Al menos eso creí. En el primer inning se disculpó y dijo que no era una buena mentirosa, y que si no iba en ese momento a La Push, habría un gran enfrentamiento entre lobos y vampiros. Edward se la llevó corriendo hasta donde la línea lo dejo, al parecer ya más de un lobo estaba esperándola.
Así pasaron septiembre, octubre y diciembre entre una tormenta y otra.
Deseé que no nevara. Había una visión que me estaba atormentando y la nieve no cesaba en ella. Todos los días escuchaba el clima en las noticias, de momento no se anticipaba nieve en Washington, pero las nubes y mis visiones decían  lo contrario.











1 comentario:

  1. Enserio que te adoro
    y vas a ver como cumplo mi promesa y te escracho todos los capis!!!!
    Nos vemos
    PD: Estuvo genial!!!!!

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Robin Wolfe