30 jun 2009

Solsticio, Capítulo 11

Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer. Pero la historia me pertenece a mí (Robin Cullen/Black). 
Summary: Luego de la transformación de Jacob, su relación con Bella tomará otro rumbo, pero ¿puede una relación con un lobo ser segura? ¿Qué opinaran los Cullen al respecto? BxJ
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Capítulo 11. Noche de baile de invierno
Bella POV

Aquellas dos semanas que faltaban para el baile se esfumaron convirtiéndose en un día. Sólo faltaba un día para el baile y yo estaba muy nerviosa. 

El primer motivo era que no le había dicho a Jacob que iría…con Edward. Le había dicho que iría con Ángela, que a ella le preocupaba que Ben se aburriera y se fuera, así que me había pedido acompañarla. Mi mentira no sonaba creíble en lo más mínimo, pero esperé que Jacob no tuviese el instinto de percepción de la mentira demasiado agudizado. 

Tampoco es que me gustara mentirle a Jacob, de hecho, lo odiaba. Pero no me atrevía a decirle «Iré al baile con un vampiro y en la mañana, su hermana vampiro estará en mi casa para ayudarme a arreglarme», porque que Alice fuese mi estilista era una parte del trato que yo no sabía que había aceptado. No me atrevía a decirle nada de eso a Jacob, porque él había estado muy estresado y preocupado por toda la situación de Leah. Lo que a mí más me extrañaba de eso, era que ella hubiese aceptado la compañía de Emily, en especial cuando faltaban tan sólo una semana para su boda con Sam; el plan era casarse antes de navidad. 

La preocupación no era sólo de Jake, el resto de la manada también se veía afectada –todos excepto Sam –era extraño, porque según Jacob, Leah a veces era un disturbio en la manada. Pero al parecer, todos la extrañaban; según Quil, él creía que también tenía que ver con lo de los pensamientos compartidos, que era Seth quien les había transmitido toda esa preocupación y la sensación de extrañarla. El pobre Seth era sin duda el más afectado, su hermana estaba encerrada en su habitación y a la única que quería ver era a su prima. 

Ese viernes, era el último día de clases, así que conduje con un ligero entusiasmo. 
Cuando llegué, el estacionamiento estaba lleno de autos y de estudiantes que demostraban su felicidad por el final del primer trimestre del año escolar. Yo estaba feliz, pero no demostraba mi entusiasmo de igual manera, de hecho no lo hacía. 

Tuvimos que entrar a clases, pero en realidad los profesores no dieron materia,  hubiese sido estúpido hacerlo. 

En el almuerzo, todos hablaban del baile. Todas las mesas, menos la nuestra. El tema había sido evitado, ya que los Cullen sabían el poco entusiasmo que yo tenía con respecto al baile. Sabían que si lo mencionaban yo iba a acabar gritando que no quería ir. Así que Alice y Edward me contaron de cuando vivían en Alaska, conversación que sólo contribuyo a que me helara más de frío. 

Los que estaban en el Titanic tenían más frío. Pensaba una y otra vez.

-¿No han vivido en un sitio más…caliente?
Alice se rió. 
-La verdad, no. Pero sí que fuimos una vez a Australia en verano, casi no salimos de casa porque el sol…-su voz se fue apagando conforme me imaginaba una playa de Australia, el sol brillando y Jacob a mi lado. Era el paraíso.
El día terminó y no paraban de hacer planes, ir a Port Angels, ir a Seattle, después, simplemente dejé de escuchar, yo sabía bien cuál era mi plan. Mi dosis de Port Angels había sido cubierta cuando acompañé a Ángela a comprarse su vestido. Y yo no necesitaba un vestido para mí. Pero mis intentos de huida fueron en vano… Decidieron que iríamos todos juntos a ver una película a Port Angels, dije que no al menos mil veces y luego acabé sentada en la parte trasera del auto de Mike, resoplando y deseando que nos quedáramos sin combustible. 

Cuando llegué a casa después de la salida al cine me acosté inmediatamente. Me quedé dormida y en lo que parecieron minutos, ya estaba depierta. 


Salí de la casa apresurada, antes de que Alice llegará a jugar conmigo a la muñequita, tomé la pickup y comencé a conducir hacia La Push. 
El frío del viento no tenía clemencia, ignoraba las ventanas cerradas y se refugiaba dentro de la camioneta, haciendo mi cuerpo temblar y mi piel erizarse. 


Estacioné frente a la pequeña casa de rojo desteñido. Jacob no salió. 

Salí de la pickup a enfrentarme con el gélido aire. Caminé lo más rápido que pude y llegué a la puerta. Toqué una sola vez. Nadie abrió. 
Toqué de nuevo.

Nadie abrió.

-¡Jake! – Comencé a gritar, pero no alcanzaba un tono apropiado, porque mi voz se ahogaba por el frío -¡Jake! –volví a gritar
-Está durmiendo –dijo alguien entre risas
Volteé y vi a Quil y a Embry
-¿Durmiendo?
-Sí, tuvo guardia anoche, y fue solo
-¿Solo? –el timbre preocupado de mi voz se distinguía entre el castañeo de mis dientes
-Sí. Seth se quedó cuidando a Leah. 
-¿Seth dejo solo a Jake? –ahora mi voz sonaba extrañada. Parecía imposible que Seth dejara a Jacob
-No. Él no quería. Seth le dijo a Sam que mandara a alguien más con Jacob, porque él no podía ir…-dijo Quil apenado
-…Pero Sam no nos dijo a ninguno –completó Embry
-¡Ese Sam! –ahora estaba enojada, muy enojada
-Cálmate, Bella –me dijo Quil –tal vez lo olvidó
-Él no lo olvido, ustedes lo saben –los acusé
-Bella
-No me importa. Díganle a Jacob que vine, ¿de acuerdo?
En eso, sentí que una fuente de calor me sujetaba por la espalda y me arrastraba al interior de la pequeña casa. La puerta se cerró ante mis ojos dejando afuera las caras de asombro de Quil y Embry. 

-¡Bienvenida a casa! –susurró a mi oído con un tono entre sexy y romántico. Su aliento tibio me invadió 
-¡Ja…ke! –ya no estaba ahogada por el frío, sino por aquel hombre perfecto que me sostenía entre sus brazos.
-¿Cómo estás? –volvió a susurrar pero esta vez bajó desde mi oreja a mi cuello.
-Bi..bi…en –volví a contestar con dificultad
Me di la vuelta para quedar frente a él y observar aquella sonrisa perfecta que ocupaba la mitad de su rostro, aquella sonrisa perfecta que opacaba las marcadas ojeras bajo sus ojos oscuros. 
-Me dijeron que tuviste que hacer guardia solo. Tal vez estés cansado –dije acariciando su mejilla
-Estaba cansado. Pero ahora estoy perfecto, ¿qué quieres hacer? 
-Nada. Sólo…estar contigo
-Entonces ambos queremos lo mismo –sonrió a todas sus anchas y me acercó más a su cuerpo. Ya no quedaba ni rastro del frío que había sentido. Todo era perfecto 
Jacob me comenzó a besar desde el cuello y poco a poco subía hasta que llegó a mis labios, que pertenecieron a los suyos sin dudarlo. En ese preciso momento me olvidé de todo: me olvidé de Quil y Embry, de Leah, de Charlie, de Alice, de Edward y del ridículo baile. Sólo me importaba ser feliz junto a mi hombre lobo. 

Las manos de Jake se aferraron a mi cabello y fueron bajando delicadamente hasta mi cintura. Mis manos se concentraron en memorizar su pecho desnudo. Poco a poco sus manos abandonaron mi cintura y llegaron a mi cadera. Jacob Black te amo, era todo lo que era capaz de pensar. 

No tenía ni la más mínima intención de ir al baile esa noche, de ninguna manera me movería de aquella acogedora cabaña, por ningún motivo dejaría a Jacob, no hoy…
Coloqué mis manos en el botón del pantalón de Jake, y él comenzó a levantar mi camisa…

-Bella
¿Quién me llama? ¿Por qué? Sólo Jacob y yo estamos aquí 
-Despierta Bella ¡Ahora! –el tono de histeria en la última palabra me irritó. No, lo que me había irritado había sido la primera palabra ¿Estaba dormida? Maldición.

Abrí los ojos con recelo, y me encontré con una cara increíblemente pálida y un par de ojos dorados: Alice

-Si sigues durmiendo, te haré usar un vestido más sexy
-Déjame, Alice. ¡Quiero dormir! 
Lo que quería en realidad no era dormir, ya que sabía que aunque lo lograra, no rescataría aquel maravilloso sueño. Lo que quería en realidad era que Alice desapareciera de mi vista. 

-Déjame –repetí

Entonces Alice uso su fuerza sobrehumana en mi contra, me sacó de la cama y el contacto con su fría piel me estremeció. 

-Date una ducha para poderte arreglar
-Quisiera desayunar primero, Alice –dije en un tono bastante amargo
-¿Eso hará que estés un poco más dulce?
-Sí
-Entonces come mucho, por favor. Te espero aquí, será mejor no volver a preocupar a Charlie con mi salud
-Bien 
Fui al baño primero y luego bajé las escaleras. Charlie estaba en casa, casi listo para salir, luego de darle los buenos días, me dio un beso en la frente y se fue al trabajo. 

Me tomé mi tiempo para desayunar, mientras más tiempo estuviese comiendo, menos estaría con Alice. Claro, como era de costumbre, ninguno de mis planes terminaba poniéndose en marcha, Alice apareció de pronto en la cocina
-Ya Charlie se fue, no tengo que fingir ser humana
-Tal vez deberías fingir conmigo 
-Tampoco es que te desagrade mucho no estar con humanos –lanzó con una sonrisa
-Supongo que tienes razón –dije metiéndome una gran cucharada de cereal en la boca
-¿Puedo saber por qué estás de tan mal humor?
-Yo…no tengo ánimos de ir al baile. Estaba teniendo un buen sueño cuando me despertaste
-Supongo que fue ése en el que gritabas “Jacob” –dijo con una sonrisa pícara
Me ruboricé y tuve que bajar la mirada. Me metí otra gran cucharada de cereal y preferí no hablar.
-No deberías apenarte, a menos de que él te apene. Si yo pudiese soñar, lo haría con Jasper y apuesto a que él lo haría conmigo
-Él no me apena, Alice. A ti te debería apenar estar al pendiente de mis sueños
-No lo estaba. Cuando llegué a tu cuarto estabas hablando dormida, no es mi culpa
Me volví a ruborizar y tragué lo que quedaba de cereal sin darme cuenta. 
-Será mejor que me dé una ducha
-Te espero

-o-
Faltaba una hora para que llegara Edward a recogerme, Alice me acomodaba el cabello, ya me había maquillado y el vestido azul reposaba sobre mi cama. 
-¿Sabías que usaría este vestido en este baile? –inquirí mientras Alice colocaba unos ganchos en mi cabello, ya que el peinado se me había caído unas cinco veces
-Hmmm, no –dijo sacándose los ganchos que sostenía con la boca –pensé que sería un baile a principios de año.
-¿Y sabrías que iría con Edward?
-No, eso jamás lo vi. Cuando estábamos en la cafetería vi que él te invitaría, pero me costaba ver tu respuesta, supongo que estabas indecisa
-¿Cuándo supiste que usaría el vestido hoy? –Alice se dio la vuelta para quedar frente a mí y evaluar mi cabello y maquillaje una vez más
-Cuando le dijiste que sí a Edward. 
-¿Qué viste? –me causaba curiosidad cómo podía ver el futuro
-Te vi en la escuela…con el vestido y vi que nevaba
-¿Nevaba? ¿Hoy nevará? –aunque el viento era frío, no parecía muy distinto al de otros días
-Sí –su voz no expresó el entusiasmo que tenían otros habitantes de Forks
-¿No les gusta la nieve?
-¿A quién?
-A los vampiros. Edward también se portaba renuente a que nevara 
-Supongo que nos disgusta que el resto de las personas estén igual de frías que nosotras –dijo en una sonrisa forzada

Tomó el vestido y me lo entregó y sus labios formaron una sonrisa.
Fui al baño y me coloqué el vestido. Se veía mejor que el día que me lo había probado en el vestidor, probablemente se debía a esa sonrisa que se había tatuado en mi cara desde que Jacob era alguien cada vez más especial en mi vida. 

Salí del baño y Alice me miró con ojos brillantes de felicidad. 
-Te ves hermosa –dijo acomodando las arrugas que se habían formado en el vestido –iré a mi casa a arreglarme, no quiero que te desarregles ¿de acuerdo?
-Creo que puedo mantenerme así –sonreí 
-Confío en ti –se acercó a la ventana y tuve que detenerla
-¡Alice! Charlie sabe que estás aquí 
Bufó 
-¡Rayos! –salió y oí que se despedía de Charlie
Mi corazón comenzó a latir alocadamente. Estaba sumamente nerviosa por ir al baile. Mi decisión soñolienta de no asistir parecía una mejor alternativa.
Cuando Edward llegó, Charlie no se mostró demasiado amable, tal vez por el hecho de que él aprobaba en todo sentido mi relación con Jacob. Pero ir con Edward no significaba que estuviese dejando a Jake de lado, eso se lo tuve que explicar repetidas veces a Charlie, y al final se convenció cuando vio que yo no mostraba la misma felicidad cuando estaba con Edward que cuando estaba con Jacob. 

Edward me abrió la puerta del copiloto de su “otro auto”, aquel lujoso auto también de color plateado. Entonces comprendí que lo usaba en ocasiones especiales, si es que se le podía llamar así a este día.

-¿Cómo irá Alice? –pregunté una vez dentro. El aire afuera se había tornado más frío. 
-Tal vez corra –se rio –o robé el auto de alguien. No es importante
-Pero irá –no era una pregunta 
-Seguro

El resto del viaje fue en silencio, noté lo poco cómoda que me sentía con Edward, probablemente no sería así si hubiésemos charlado más con anterioridad. 

Llegamos a la escuela que tenía una decoración hermosa. 

-Bella, ¡viniste! –exclamó Ángela acercándose a mí
-Sí. Te ves hermosa Ang –Ángela lucía un vestido rosa ceñido al cuerpo y llevaba el cabello suelto 
-Tú también, Bella. Hola Edward –dijo volteando espontáneamente hacia donde él estaba 
-Hola Ángela 
-¿Y dónde está Ben? –pregunté mirando a los lados
-Fue al baño. Creo que está vomitando –rodó los ojos –dice que comió algo en mal estado, pero yo creo que está nervioso –se rió y guiñó el ojo 
Edward y yo nos reímos juntos y una risilla como de campanillas se unió a nuestras espaldas 
-Hola Ángela –saludó Alice 
-Hola Alice 
Ángela parecía –a parte de mí –la única capaz de hablar con los Cullen, no se mostraba diferente a cuando estaba sola conmigo. 
Yo estaba en cierta forma feliz, aunque sería más apropiado decir alegre. La felicidad sólo la alcanzaba junto a Jacob Black. Pero aquella sonrisa que tenía, se esfumó cuando sentí la mirada inquisidora de Mike, parecía tener la vista fija en el cuadro del salón en que nos encontrábamos. 
-Iré a ver si Mike vio a Ben en el baño, creo que entró después de él –dijo Ángela mientras nos dejaba solos
-¿Mike está pensando algo sobre mí? –dije mirando a Edward
-Sí. De nuevo, cree que soy tu novio y creo que planea armar una escena
Alice resopló
-Genial, nos deshacemos de los lobos y debemos lidiar con los humanos 
-¿Deshacerse? –inquirí 
-Bueno, no es que nos deshiciéramos de ellos. Nunca se irán –dijo mirando hacia afuera y señalando entre las sombras de los árboles la figura de un lobo joven: Seth –pero al menos no vino él. 
-¿Tú les dijiste que no vinieran?
-¿Yo? Soy incapaz –dijo mostrando su blanca dentadura 
-¿Segura?
-Completamente. 
-Es curioso Alice, porque yo no le dije a Jacob que vendría con ustedes
-Entonces culpemos a Edward –dijo Alice en tono de broma
Los tres reímos a la vez y olvidé que trataba de indagar algo, ¿qué era lo que indagaba?

Estuvimos sentados casi todo el tiempo, hasta que Edward se levantó y me extendió su mano
-¿Me concedería esta pieza, hermosa dama? –su voz tenía un tono irresistible que me impedía darle una negativa, de hecho me impedía emitir cualquier sonido, así que tomé su mano, él me levantó y comenzó a guiarme hacia la pista de baile.
-No soy buena bailarina –le advertí 
-Eso no es importante –dijo esbozando una sonrisa torcida
 La canción era lenta y Edward un gran bailarín, por lo que me costaba seguirle el paso, o tal vez era la imagen en mi mente de mi verdadero amado, aquel al que le había mentido hasta hallarme allí en los brazos gélidos del vampiro que él odiaba. Eso me incomodó mucho más que el baile en sí. Edward al notar mi cara poco feliz, sugirió que regresáramos a sentarnos, asentí con una media sonrisa. 

Nos sentamos nuevamente junto a Alice y el profesor que vigilaba el baile cerró la puerta principal al salón, volteé alarmada ¿habían ladrones? Fue cuando vi la nieve, por primera vez en mi vida vislumbré los copos de nieve que caían desde el cielo, llegaban al suelo y se iban acumulando hasta formar una fina capa de color blanco. Busqué a Seth entre los árboles nuevamente, pero esta vez no lo vi, se me dificultaba la visión entre la nieve y la oscuridad de la noche. El simple hecho de ver aquel gélido paisaje hizo que se me erizara la piel, Alice se quitó el fino suéter que tenía y me lo colocó sobre los hombros. 
-Lo traje para ti. Te dije que nevaría
-Gracias –dije cuando mis dientes comenzaron a castañear
La mirada de Edward se tornó sombría en la de Alice, quien sólo asintió y se mordió el labio inferior. 
Quería preguntar qué se tramaban, qué pasaba. Pero el castañeo de mis dientes me impedía hacer cualquier cosa. 
-¿Quieres irte ahora? –preguntó Edward 
-N…o…no 
-¿A dónde irá Edward? ¿A una casa llena de vampiros helados? Quedémonos aquí 
-P…odrí…a ir a…a..L...a..P...u 
-No –cortó Alice mi intento de hablar 
-¿P..por…q…qué? E…s…tar..ía…ca…lie…nte
-No, no y no. Hoy eres nuestra mascota, no la de una manada de lobos
-Alice tiene razón. Hoy eres nuestra –dijo Edward con ese tono irresistible
-B…i…e…n, pe…ro…si…muer…o…de…frío…
-Será nuestra culpa, ya lo sabemos –dijo Alice con alegría
El gélido viento se colaba por las ventanas superiores del salón, que nadie alcanzaba a cerrar. Alice y Edward se mostraban nerviosos, repetían constantemente que si nadie los viera ellos podrían cerrarlas en un salto, pero no podían hacer aquel espectáculo. Por mí, que lo hicieran, me estaba helando y lo odiaba. 

Cuando la nieve cesó ligeramente, no tardamos ni un minuto en estar dentro del Aston Martin, Edward encendió la calefacción y prefirieron dejarme en mi casa, ya que Edward le había prometido a Charlie dejarme a la media noche. Aunque llegaríamos antes de esa hora, eso, sin duda le agradaría a mi padre. 

Alice me acompañó hasta mi cuarto y le ayudó a Charlie a buscar más colchas para cubrirme, agradecí tener una amiga tan veloz y ágil. Pero hubiese agradecido mucho más tener a mi sol personal junto a mí. 

Mientras Alice buscaba más colchas y oía el murmullo de mi padre indagando sobre el baile, me quedé sumida en un sueño profundo, del que no tenía ganas de despertar, el calor invadía mi cuerpo, sólo por soñar con Jacob Black. 


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Bueno, no paso nada con la nieve.. ¿Será que las estrategias de Alice para cambiar el futuro funcionaron?
 





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Robin Wolfe